Este
sádico y nefasto año que está a punto de abandonarnos ha llevado a un nuevo e imposible
nivel el dicho “si la vida te da limones,
hazte una limonada”. Y es que, ¿acaso
existen limones suficientes como para dulcificar o hacer más digerible tanto
infortunio y broma macabra? Posiblemente, no, y por ese motivo resulta
terapéutico y necesario hacer una criba en positivo que nos aleje, al menos
momentáneamente, de la depresión, el cinismo o la misantropía más absolutas.
Complicidades y seres queridos aparte, esta es la mía.
El yoga
Si,
como dicen los yoguis, ‘la flexibilidad es vida y la rigidez es muerte’ yo
llegué al yoga en un punto de rigidez y desesperación tan alarmante, que el más
mínimo movimiento me habría astillado sin remedio. Sin embargo, gracias a esta completísima
disciplina milenaria, he conseguido aprender a manejar, poco a poco, la ansiedad
que me atenazaba, y noto que, día a día, a medida que mi cuerpo se flexibiliza
y mi mente aprende a estar en calma, mi energía se va transformando. Siete
meses más tarde, no solo he resuelto o aprendido a mantener a raya algunos problemas
físicos derivados de la ansiedad, sino que soy más consciente de la relación
entre cuerpo y mente y de la forma de armonizar todos los elementos que
componen mi vida. Posiblemente, el yoga sea la mejor herramienta terapéutica
que he descubierto desde que conocí la psicología Gestalt (¡y eso es mucho decir!). No
se me ocurre un método más completo y efectivo para autosanarse.
Canciones
Algo
tendrá de vital e irreemplazable la música cuando ni el Alzheimer, que arrasa
inmisericordemente con todo, es capaz de vencerla. De todos los discos, nuevos
y viejos, que me han acompañado durante los últimos 12 meses, de todas las
canciones que me han rescatado, abrigado y nutrido diariamente, escojo la que,
para mí, ha sido más representativa de lo ha supuesto este año: Icebergs, de Jacobo Serra.
Game
of thrones
Gracias
miles a la serie estrella de la HBO por la sobredosis de emociones, a menudo
contrapuestas, que suponen sus momentos más álgidos. Gracias por ser tan
adictiva y por emocionarnos e ilusionarnos como a incaut@s adolescentes.
Gracias por sus dos ya épicos, últimos episodios de la sexta temporada, dignos
de ser disfrutados en pantalla grande, y por su “domingo de resurrección”.
Gracias por hacer menos frío e inhóspito, incluso en su ausencia, el winter is here.
El Zinemaldia
Siempre
ha sido mi momento favorito del año, pero en esta ocasión lo necesitaba
desesperadamente y no me defraudó. Todo lo que componen esos 9 intensos y
mágicos días, bien sea cinematográfico o extracinematográfico, es como esa
reserva de comida extra que almacenan algunas especies para sobrevivir durante
el invierno. Nunca olvido, a pesar de las ediciones, el privilegio y la suerte
que supone formar parte de un festival de cine clase A, e incluso aunque lo
hiciera, conocer a/respirar el mismo aire que Ewan McGregor, Ethan Hawke,
Sigourney Weaver, Joseph Gordon-Levitt, Shaileen Woodley y Pierre Niney, entre
otr@s, en una sola edición, me lo recordarían.
Veganizaciones
Cuando
eres vegan@ y vives en Meatland o lo que percibes como plena Edad Media, cada
pequeño gesto de veganización de tu entorno o de l@s tuy@s es vivido como una
pequeña reconciliación con la (in)humanidad. Este año, en Donosti, se han
abierto locales (restaurantes, cafeterías) parcialmente veganizados y se han
ampliado opciones veganas en los ya existentes (cada vez es más raro, por
ejemplo, encontrar bares y cafeterías que no tengan leche vegetal).
Incluso es posible tomarse un helado, un bizcocho o un cupcake cuando tienes un
“bajón de azúcar”, ¡y ya existe una tienda de comida 100% cruelty-free para
llevar!
Stranger
Things
Comencé
a ver esta serie un día antes de que a un familiar muy querido le
diagnosticaran una enfermedad terrible. Toda mi vida y lo que la sostenía,
pasó, no a un segundo, sino directamente a un tercer plano. Y en pleno apogeo
de ese huracán emocional, tras las maratonianas jornadas de hospital, hubo algo
capaz de distraerme y de alejar, parcialmente, a todos mis fantasmas (y evitar
que me comieran viva) durante aproximadamente una hora:
Eleven & Co. Nunca podré ver esta primera temporada de Stranger Things de una
forma mínimamente crítica, como lo que realmente es, en lugar de como lo que
significó para mí, pero la vida casi nunca va de “objetividades”, right?
La literatura
Aunque
este año no he tenido demasiado buen ojo con mis elecciones y me veo incapaz de
incluir alguna de esas novelas en mi lista de “libros imprescindibles”, sí que
me he descubierto autores interesantísimos (La chica del pelo raro de
David Foster Wallace, Manhattan Transfer de John Dos
Passos o Juego y distracción de James Salter); me he topado con
lecciones que te arañan el alma (Mujeres que corren con los lobos) y
he disfrutado de dos poetas que no sólo me han inspirado mis mejores poemas del
año, sino que me han nutrido como poeta. Gracias Idea Vilariño y Carilda Oliver
Labra.
El
cine
Si
hay algo que en 2016 haya tenido un nivel excelso, ha sido el cine. La cantidad
de peliculones notables y sobresalientes ha sido tan off the charts durante
los últimos 12 meses que hacer un Top 10 resulta dolorosamente injusto. Sin
embargo, tengo que destacar el que para mí ha sido el mejor film del año: Arrival
(La llegada), una de esas películas que reafirman tu amor por el cine,
por el poder de comunicación y por la magia de las historias. El resto de las
películas must see de este año
podréis encontrarlas, muy pronto, aquí.
Y,
para terminar, ¿alguien sabe de alguna camiseta económica con la frase “I
survived 2016”? ;)
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