Recientemente,
la primera película como directora de Leticia Dolera nos planteaba una lista de
“requisitos para ser una persona normal” (trabajo, casa, pareja, vida social,
aficiones, vida familiar, ser feliz), con la sana intención de demostrar que,
no sólo la normalidad no existe, sino que la ruta hacia la felicidad, como el
DNI, es algo personal e intransferible.
Sin embargo, cuesta creer, incluso dentro de una ficción amable como la que nos plantea, en una lista de requisitos de normalidad que se basen, casi principalmente, en el tener en lugar de en el ser. Además, ¿desde cuándo ser feliz es algo normal en lugar de ser una condición intermitente y extraordinaria?
Puede
que mi “deformación académica” como licenciada en psicología me haya robado la
capacidad de disfrutar de películas (y planteamientos) como este, pero mientras
la veía me resultaba imposible no crear mi propia lista que, admitámoslo,
seguramente resulta tan subjetiva y tan poco fiable como la de Dolera.
Sin
embargo, os animo a que realicéis mi test de normalidad (podría haberlo llamado
“lista de normalidad para treintaintantañeros”, que es el segmento vital en el
que me encuadro). Estoy convencida de que no hay ni una sola persona que se
descubra como 100% “normal” ;)
Ser
moderada o ligeramente neurótico.
Conocerte
parcialmente y no ser consciente de ello.
Tener un
físico “del montón”.
No tener una
clara vocación ni grandes pasiones o hobbies que te comprometan con la acción
(no, ser fan de algún equipo deportivo no cuenta).
Tener una
familia moderada o ligeramente disfuncional.
No destacar
de forma extraordinaria en nada.
Haber
encontrado a tu gran amor (o uno de ellos) en la veintena.
Llevar una
alianza (o estar a punto de) al cruzar la treintena.
Traer al
mundo de uno a dos churumbeles.
Llegar
justito a fin de mes.
Tener una
relación de amor/odio con tus padres.
Ser omnívor@.
Sentirte
moderadamente satisfecho con tu vida y, ocasionalmente, tener rachas de
felicidad.
Padecer de
uno a dos catarros por año y sufrir algún achaquillo de vez en cuando.
Que las cosas
que hacen que la vida valga la pena, por encima de todo, sean: Comer y/o el
sexo y/o las juergas nocturnas (alcohojiles o de otras sustancias), y/o tu
equipo favorito (del deporte que sea) y/o hacer shopping y/o dormir.
Haber convivido,
en algún momento de tu vida, con tu padre y con tu madre (o tus tutores de “educación
parejil”).
Sentirte
identificado, al menos, con el 75% de las “situaciones universales” que
plantean monólogos (supuestamente) graciosos tipo El club de la comedia.
No
ser particularmente religioso (o nada en absoluto), pero seguir ciertas
tradiciones como casarse por la iglesia o bautizar a tus hijos.
Ser
esclavo de tu hipoteca/alquiler.
Identificarte
con algunos rasgos que definen la idiosincrasia de tu país de origen.
Tener
ciertos conocimientos de una lengua extranjera pero estar lejos del
bilingüismo.
Ser
más reactiv@ que proactiv@.
No
llegar nunca a la autorrealización (desarrollar todo tu potencial).
Sufrir,
al menos, una pérdida brutal a lo largo de tu vida.
Que
hayas partido y te hayan partido el corazón.
Tragarte,
más a menudo de lo que quieres confesar, cualquier cosa que te pongan en la
tele y/o estar enganchado a alguna serie malota, a algún reality o a algún
programa del corazón.
Seguir
la mayoría de los hábitos y costumbres que te han introyectado por inercia y comodidad
y sin espíritu crítico.
Ser
esclav@ del pasado.
Aferrarte
al sufrimiento.
Llenar
el vacío vital con drogas/sexo/comida/shopping/tener un hijo.
Evitar
o procrastinar cualquier actividad que te suponga un gran esfuerzo físico o
intelectual.
Salir
excepcionalmente de tu zona de confort (especialmente una vez asentado en un
trabajo, un estilo de vida y una relación amorosa).
Tener,
al menos, uno o dos buenos amigos.
Hacer
comparaciones negativas respecto a las personas que conoces (o la hierba
siempre crece más verde al otro lado).
Llevar
una vida familiar, amorosa y laboral super estable al cumplir los 40.
Resistirte
al cambio y hacer malabarismos emocionales para no variar tus hábitos/ideas/concepciones
del mundo ni un ápice aún a sabiendas de que te estás provocando un sufrimiento
(y estancamiento) innecesario.
Tener
un hijo porque A) El útero caduca; B) La presión social indica que “ya me toca”;
C) “Seguro que si no lo tengo me arrepiento en el futuro”; D) Siento un hueco
vital; E) “Así tengo alguien que me cuide y quiera cuando sea abuelit@”; F) “Es
mi forma de autorrealización”; u otra que no sea “Es lo que más deseo en este
mundo”.
Haber
sido tratado u operado de, al menos, una enfermedad seria.
Tener
poca o nula eco-conciencia y eco-responsabilidad.
4
Sentir un grado palpable de frustración en tu día a día.
Sentir un grado palpable de frustración en tu día a día.
Embarcarte
en, al menos, un viaje al año.
Tener
cierta dificultar a la hora de expresar tus sentimientos (especialmente cuando
se trata de asumir ante otra persona un error/defecto, ser asertivo o pedir
perdón).
Sentir
aprecio por una buena parte de las otras especies animales (especialmente por
el perro), pero consumir la carne, leche, huevos, piel/plumas/pelo y
subproductos de buena parte de ellas sin plantearte el grado de sufrimiento al
que estás contribuyendo o si existen otras posibilidades.
Vivir
acomplejado con algún aspecto de tu físico.
No
llevar a la realidad una buena parte de tus fantasías sexuales (o la mayoría).
Estar,
en algún momento de tu vida adulta, platónicamente enamorado de algún/a modelo,
actor/actriz, cantante, deportista, etc.
No
haber perdonado alguna afrenta, daño emocional o acto de deslealtad a un
(antiguo) ser querido.
Sentirte
orgulloso de algún rasgo físico o de tu personalidad y/o de un logro personal.
Tener
algún kilillo de más.
Tener
algún secreto o miedo inconfesable.
Creer
que hay algún aspecto de tus “neuras” o miedos que es tan “made in you” y/o raruno y/o vergonzoso, que es imposible que lo comparta
o comprenda alguien más.
Creer,
secretamente, que eres más especial y valioso que la mayoría.
Tener
algún prejuicio inconfesable y/o muy poco políticamente correcto.
Leer
bestsellers o novelas que no te supongan un reto.
5 No sentirte del todo satisfecho con tu
vida sexual.
56- Tener, durante una parte considerable
de tu vida, uno o varios trabajos “que-te-absorben-el-alma”.
57- Sufrir, en menor o menor grado, por
saber que no encajas en el ideal social que se nos vende (alt@, guap@, ric@,
cuerpazo, casaza, cochazo, movilazo, etc).
58- No estar implicad@ en ninguna
actividad solidaria.
59- Llorar viendo las olimpiadas.
60- Tener la (¿paranoica?) sensación de
que cada vez tienes más instrumentos para comunicarte pero que, paradójicamente,
te comunicas menos y de peor forma.
61- Sentir cierta presión social de estar
a la altura cada vez que te encuentras con alguien perteneciente a tu
generación.
62- Creer que los ecologistas caen en el
tremendismo o que los males que anuncian no llegarán (o no serán muy evidentes)
mientras tú habites la tierra.
63- Caer, más a menudo de lo que te
gustaría, en el “¡Y tú más!” cuando te hacen una crítica o reproche.
64- Creer que no has vivido (ni vivirás)
la intensidad de “un amor de película”.
65- Sentirte más sol@ de lo que quieres admitir.
Vivir acosad@ por cierto nivel de envidia.
Vivir acosad@ por cierto nivel de envidia.
6
66- Conformarte ante las desgracias y dificultades en lugar de intentar cambiar tu situación.
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