mardi 8 janvier 2019

Actitudes machunas que me desquician # 1





Tras varias décadas de existencia en este sistema enfermito, injusto y opresor, tengo muy claro que estoy hasta la luna de Endor de ciertos comportamientos y actitudes machunos. Por lo tanto, tolerancia 0 hacia cualquiera que pretenda herir, ningunear, discriminar, silenciar, despreciar, humillar o avergonzar a una mujer solo por el hecho de serlo. La época conciliadora de palabras medidas y buenas formas is gone.

Empecemos por una actitud, la que sea…

The Wolf (o Sr. Lobo)

A los hombres se les educa para ser prácticos, directos y resolutivos y a ejercer ese rol siempre “de puertas para afuera”. Todo lo que corresponda al terreno emocional y al de las relaciones interpersonales está fuera de su zona de confort. Les cuesta no ponerse en mode “práctico y activo” y nuestro querido heteropatriarcado especista (sí, es largo y suena “mu’ complicao”, pero es lo que hay) les ha inculcado que “deberían saberlo todo” (o que, al menos, deberían saber más que nosotras). Pero con una inteligencia emocional más pobre que la de las mujeres, abocadas asquerosamente al cuidado ajeno y a las demandas de la vida familiar-social, la consecuencia inevitable es que las conversaciones acaben siendo extrañamente asimétricas a la hora de comunicarse en lenguaje emocional. Para una mujer, resulta muy, muuuuy frustrante, compartir sus neuras, penas y miserias cotidianas a un hombre y que él reaccione a lo Pitágoras, o séase, como si ese comecocos/neura/dolor fuera un problema matemático que él tuviera que resolver a toda costa. 




Y es que la mayoría de los hombres aún no se han dado cuenta de que:

A) No se les ha pedido ayuda.

B) No son el señor Lobo en Pulp Fiction. No solo no lo saben todo, sino que hay asuntos que están fuera de su comprensión y/o son demasiado complejos para tener una solución directa, simple y práctica (y, de todas formas, le correspondería a la/al afectadx resolverlos y/o aguantar el chaparrón, no a ellos).

Y, aunque a veces no se de cuenta o esté lejos de la intención del lobuno en cuestión, suele surgir esa asquerosa condescendencia y paternalismo machista, como si el señor Lobo se autoresponsabilizara de tus problemas “by the face”, tomara los resolutivos mandos e, inconscientemente, te estuviera diciendo “eres demasiado frágil y torpe para solucionarlo. Déjame a mí”.




Queridos Señores Lobo, la próxima vez que una mujer (o cualquier ser humano) os cuente un problema (emocional o no), en lugar de pensar en lo que creéis que deberíais hacer, simplemente escuchad lo que se os está diciendo: ¿Os están pidiendo un préstamo?¿un lugar donde dormir unos días?¿ejercer de cat sitter?¿resolver instantáneamente un marrón con vuestra varita mágica?¿o simplemente se están desahogando?

Y es que me atrevería a asegurar que en el 90% de las ocasiones (quizá me quede hasta corta), y a menos que se pida ayuda directamente (en plan “¿tú qué harías?”), compartir una preocupación es sólo un desahogo. Cuando una mujer se encuentre en una situación o momento complicado y os cuente lo mucho que eso le duele, desquicia y/o amarga la existencia, normalmente, lo único que espera de vosotros es empatía. Si realmente queréis ayudar, haced lo único posible, eso que normalmente, por falta de práctica, os cuesta tanto:

escuchar.




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