Independientemente de las circunstancias que te hayan llevado hasta allí, si nunca has estado en urgencias y tu educación sentimental ha bebido, en gran parte, del cine y la TV, la desilusión está más que garantizada. En lugar de unas instalaciones sofisticadísimas llenas de atractivos médic@s y enfermer@s, corriendo espídicamente de acá para allá, mientras atienden un sinfín de casos, cada cual más complejo y extraño, te encuentras con un par de enfermeras y un grupo de desorientados jubilados, apiñados en una sala raquítica y mal iluminada que fue pintada por última vez en 1962.
En urgencias todo son esperas. Esperas para ser atendido y aún más para ser ingresado. Un apático celador es el encargado de llevar a los pacientes hasta “la McEvaluación”, una sala-pasillo presidida por una medico desarmantemente joven. Cuando pregunta por el problema, como “representante” del paciente, deseas contestar en plan “mujer, 54 años, presenta herida de bala en el abdomen acompañada de posible factura femoral y graves signos de hipotermia”, pero acabas reprimiendo el impostado mediqués. En breves segundos, unos datos son introducidos en un ordenador, y… más esperas.
Dos horas después, el pánico y angustia con la que llegaste se han multiplicado geométricamente y tu hipocondría galopante comienza a temer que el próximo paciente seas tú. Hay cambio de turno en enfermería y dos chicas aún más jóvenes suceden a las anteriores (¿es que nadie cumple los 30 en este sitio?). Intentas ocupar tu mente con cualquier cosa que te aleje del pesimismo y los dramones de las sobremesas de Antena 3, pero lo único que parece distraerte intermitentemente es el juego de la adivinanza macabra o intentar deducir la gravedad de las personas que te acompañan, basándote en las reacciones de sus acompañantes.
En el ecuador de tu espera, ves llegar gente con paraguas y recuerdas que sigue siendo de día. Las predicciones del tiempo anuncian una ola de frio siberiano, pero te sientes tan alejada del mundo exterior en aquel vientre de ballena, que te preguntas, masocamente, si alguna vez llegaras a salir de allí. Como Woody Allen en Hannah y sus hermanas, la realidad se redimensiona y descubres lo feliz que eras ayer, o el día en el que te rompiste la pierna o el corazón. Todas tus otras neurosis, mágicamente, se desinflan y tu energía mental se concentra en una sola.
Una hora más tarde, encerrada con aquel grupo de jubilados ligeramente groggies, no puedes evitar recordar cierta famosa escena de Star Wars en la que se reparan androides; tu hipervelocidad se dispara y, por unos instantes, viajas horrorizada al futuro, tu futuro. Y es que, tarde o temprano, tod@s necesitamos reparaciones más o menos complicadas, porque sólo somos máquinas que una vez fueron útiles, maquinas que se van desgastando y fallando a fuerza de uso.
Un guapo médico casi adolescente confirma un “solo sé que aún no sabemos nada” y, por un instante, te dan ganas de preguntarle, “¿y tú cuando acabaste la carrera, hermoso?”. Y mientras una cama se vacía 5 pisos más arriba, descubres, desencantada, que tu concepto de héroe, tal como lo conocías, ha cambiado. Un héroe no es aquel que se desvive por mejorar el mundo, o la vida de los demás, sino aquel que aguanta de una pieza en el que, posiblemente, sea el lugar más terrorífico del mundo sin repasar mentalmente los dramones de sobremesa y sin pulsar el (maldito) botón de hipervelocidad…
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Ufff ¿por qué será que un lugar que debería resultar acogedor y tranquilizador tiene todos los elementos para que uno sienta todo lo contrario?
RépondreSupprimerAfortunadamente no tengo experiencia de primera mano en hospitales, sólo estuve ingresada una vez a los 3 años y no recuerdo nada. De todas formas he visitado a varias personas y evidentemente, y obviando la lógica preocupación por el ser querido, no ha sido agradable: el olor, los tubos llenos sangre u orina, los pacientes que pasean torpemente por los pasillos con esos camisoncillos humillantes...
Me ha encantado el momento filosófico del joven médico, "sólo sé que no sabemos nada", jajaja
Espero que la persona a la que acompañaste esté bien, o mejor al menos, y que tu te hayas recuperado de la experiencia.
Un abrazo anti-enfermedad :)
La enferma era mi madre. Nos dio un susto enorme (cuando le hicieron un diagnostico nos tranquilizamos, aunque luego le encontraron otra cosa que resultó ser menos grave de lo que temíamos). Sin embargo, ya pasó lo peor y está safe at home :)
RépondreSupprimerGracias por el apoyo moral en la que, probablemente, sea la actualización más "malrollista" que haya escrito hasta la fecha. Pensaba que no me iba a escribir ni Rita la singer, asi que te lo agradezco enormemente, coraçao.
Kisses post-susto ***
Vuelvo a mandarte mi solidaridad y ganas de que todo vaya bien. Sin duda, transmites las sensaciones de perplejidad y desasosiego que creo que todos hemos vivido alguna vez. Pasó, menos mal que ya pasó! Un montón de besos reparadores y espero que no volvamos a tener más sustos este año!
RépondreSupprimerpd. aprovecho para decirte que tu ahijado está cada día más recuperado, ya sólo falta que le quiten los puntos en un par de semanas! ;D
Siempre he admirado la gente que saca el buen humor en los lugares y situaciones complicadas =)¿Aquí es que nadie cumple 30 años!!?? =D
RépondreSupprimerBearhugs*** y pronta recuperación.
Coñe, Alhy, lo siento, no sabía nada.... Me alegra que ya haya pasado lo peor. Y me alegra aún más tu sentido del humor. Me ha encantado la conclusión del post, acabo de cambiar mi "conceto" de heroísmo, jajajaja
RépondreSupprimerUn beso grande grande grande.
El buen humor lo saco ahora, cuando ha pasado el temporal. En aquellos momentos, los intentos de darle la vuelta me resultaban a medias. Recuerdo que, mientras le metían sangre a mi madre, comenté que estaba siguiendo la dieta vampírica y las enfermeras me miraron mal...
RépondreSupprimerGracias miles di tutto cuore a todas por pasar por esta actualización incómoda. los abrazos llegan, aunque sean retroactivos, siempre :)
Bearhugs ***
Hola de nuevo!
RépondreSupprimer(Te contesto aquí a tu último comentario en mi blog porque es más directo) Touché: eso que dices de "complicarse la vida" me resulta muy familiar, sí. Es sorprendente lo que se puede llegar a expresar/comunicar sin darse cuenta...
Te reenvío mis mejores deseos para tu mamma.
:*
Madre mía, te estás haciendo toda una experta en recintos hospitalarios...
RépondreSupprimerLeo que, por lo menos, todos a salvo ya. ¡Me alegro!
Un abrazo cargado de ánimos!
R
me ha encantando la manera tan real con la que has descrito la sala de urgencias y el servicio en general. y ciertamente es así, hay días que son mejores que otros, pero en invierno pocos. Me alegro que tu madre esté mejor.
RépondreSupprimerpd: las urgencias de los hospitales que salen en las pelis, molan mucho más que la realidad.
un abrazo
¡Muchisimas gracias, ele*! ¡Menudo trabajo el tuyo! Siempre he creido que eso de ser médico o enfermero debe ser muy vocacional, pero es que tengo fobia a los hospitales y pánico a las enfermedades, asi que no creo ser demasiado objetiva ;)
SupprimerUn besote ***